• Santa Edith Stein

      • Espiritualidad Carmelitana

      • Nació el 12 de octubre de 1891, en  Breslavia, actualmente Polonia.
        Hija de Augusta y Siegfried Stein, comerciante de maderas dueño de un aserradero. Se crió en el seno de una familia judía, fue la última de once hermanos. Cursó estudios de Germanística e Historia, en la Universidad de Gotinga, donde fue alumna de Edmund Husserl y recibió la influencia de la fenomenología.

        En 1917, aprobó su tesis doctoral sobre el problema de la empatía, con la calificación summa cum laude, Le siguieron las obras Causalidad sintiente e Individuo y comunidad, donde buscó justificar filosóficamente la nueva psicología y una investigación sobre el estado. Conoció a Max Scheler, con el que inició algunas de sus obras.

        En esta primera etapa sobresalió su obra Introducción a la filosofía. Demostró tener grandes conocimientos de física, biología y filosofía de la ciencia. Fue aceptada en la Sociedad de Filosofía de Gotinga, donde trabo amistad con Roman Ingarden, Hans Lipps y Alexandre Koyré.

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      • Biografía

        • Su conversión

          Edith Stein tenía gran amistad con el asistente de Husserl en Gottinga, Adolf Reinach y su esposa. Adolf Reinach muere en Flandes en noviembre de 1917. Edith va a Gottinga. Los Reinach se habían convertido al Evangelio.

          Con gran sorpresa encontró una creyente. «Este ha sido mi primer encuentro con la cruz y con la fuerza divina que transmite a sus portadores… Fue el momento en que se desmoronó mi irreligiosidad y brilló Cristo». Más tarde escribirá: «lo que no estaba en mis planes estaba en los planes de Dios.

          En otoño de 1918, Edith Stein dejó la actividad de asistente de Edmund Husserl porque deseaba trabajar independientemente. La primera vez que volvió a visitar a Husserl después de su conversión fue en 1930. Tuvo con él una discusión sobre la nueva fe de la que la hubiera gustado que participara también él.

          Edith Stein deseaba obtener la habilitación para la libre docencia, algo que, por aquel entonces, era inalcanzable para una mujer

          En enero de 1922 Edith Stein se bautizó. Era el día de la Circuncisión de Jesús, la acogida de Jesús en la estirpe de Abraham.

          Edith Stein vuelve a Breslau. Escribe artículos en defensa de la psicología y de las humanidades. Pero lee también el Nuevo Testamento, Kierkegaard y el opúsculo de los Ejercicios espirituales de Ignacio de Loyola. Se da cuenta de que un escrito como éste no se le puede simplemente leer, sino que es necesario ponerlo en práctica.

          Inmediatamente después de su conversión, Edith Stein aspira a entrar en el Carmelo, pero sus consejeros espirituales, el Vicario general de Espira y el Padre Przywara, S.J., le impiden dar este paso. Acepta entonces un empleo de profesora de alemán e historia en el Instituto y seminario para maestros del Convento dominico de la Magdalena de Espira.

          Ingreso en el Carmelo

          El 14 de octubre Edith Stein entra en el monasterio de las Carmelitas de Colonia. En 1934, el 14 de abril, tuvo lugar la ceremonia de toma de hábito. El Archiabad de Beuron celebró la misa. Desde aquel momento Edith Stein llevará el nombre de Sor Teresa Benedicta de la Cruz.

          El 9 de noviembre de 1938 se puso de manifiesto ante todo el mundo el odio que tenían los nazis a los judíos. Arden las sinagogas, se siembra el terror entre las gentes judías. La Madre Superiora de las Carmelitas de Colonia hace todo lo posible para llevar al extranjero a Sor Teresa Benedicta de la Cruz. La noche de fin de año de 1938 cruza la frontera de los Países Bajos y la llevan al monasterio de Carmelitas de Echt, en Holanda. Allí redacta su testamento el 9 de junio de 1939.

          Muerte en campo de concentración Nazi

          El 2 de agosto de 1942 llega la Gestapo. Edith Stein se encuentra en la capilla con las otras Hermanas. En cinco minutos debe presentarse, junto con su hermana Rosa, que se había bautizado en la Iglesia Católica y prestaba servicio en las Carmelitas de Echt. Las últimas palabras de Edith Stein que se oyen en Echt están dirigidas a Rosa: «Ven, vayamos, por nuestro pueblo».

          Al amanecer del 7 de agosto sale una expedición de 987 judíos hacia Auschwitz. El 9 de agosto Sor Teresa Benedicta de la Cruz, junto con su hermana Rosa y muchos otros de su pueblo, murió en las cámaras de gas de Auschwitz.

          Con su beatificación en Colonia el 1 de mayo de 1987, la Iglesia rindió honores, por decirlo con palabras del Sumo Pontífice Juan Pablo II, a «una hija de Israel, que durante la persecución de los nazis ha permanecido, como católica, unida con fe y amor al Señor Crucificado, Jesucristo, y, como judía, a su pueblo.

      • Espiritualidad

        • Son muchos los elementos que caracterizan la espiritualidad steiniana. Sin embargo en dos de ellos observamos de cerca el contenido central de su vivencia en el Carmelo: la oración y la cruz. Dos elementos que configuran su vocación al Carmelo y que en ella significan un modo de apostolado y de entrega en las manos de Dios. Fundamentalmente desde estos dos temas se comprende su vivencia carmelitana.

          La vida de cada día es un continuo vivir bajo el lema de la cruz: Para las carmelitas, en sus condiciones de vida cotidiana, no existe otra posibilidad de responder al amor de Dios sino es cumpliendo sus obligaciones diarias, hasta las más pequeñas, con fidelidad; como un pequeño sacrificio, que exige de un espíritu vital la estructuración de los días y de toda la vida, hasta en sus detalles más pequeños, y esto llevado con alegría en el día a día y año a año; presentando al Señor todas las renuncias que exige la convivencia constante con personas totalmente distintas, con una sonrisa de amor; no dejando escapar ninguna ocasión de servir a los demás con amor. A todo ello hay que añadir, finalmente, lo que el Señor pide a cada alma como sacrificio personal. 

      • Pedagogía de la oración

        • - Oración y apostolado 

          La oración es el elemento esencial en la vida del Carmelo Teresiano. Y lo es también en la vida de Edith. Fue el centro de su jornada desde su conversión, y lo es ahora en el Carmelo con más razón. La oración es su vida y el camino para apoyar a su pueblo en el sufrimiento. Edith Stein sabe que la oración de la carmelita es la razón de su existencia y el modo de servir a Dios. Su importancia y centralidad surgen, además, de una realidad carismática que configura y determina la espiritualidad propia del Carmelo Teresiano. Todo lo demás gira en torno a esta realidad. 

          Edith Stein subraya con especial intensidad el fundamento último de la vida de oración: Cristo. Sólo en Cristo y desde Cristo tiene sentido y razón de ser la vivencia de la oración como vocación y apostolado.

          Para Edith Stein la oración es un abrirse el alma a Dios, es contemplar el rostro del Eterno. Con ello nos quiere decir que, sin olvidar que toda oración es sólo auténtica en el Espíritu, tiene que surgir en el hombre como un acto de amor, o lo que es lo mismo, como un acto libre del alma ante Dios. De aquí que una oración será más auténtica cuanto más libre sea el hombre que la realiza.

          Este obrar libre del hombre se caracteriza porque se abre a una relación de amor: A La oración es el trato del alma con Dios. Dios es amor, y amor es bondad que se regala a sí misma; una plenitud existencial que no se encierra en sí, sino que se derrama, que quiere regalarse y hacer feliz. A ese desbordante amor de Dios debe toda la creación su ser. (...) La oración es la hazaña más sublime de la cual es capaz el espíritu humano.@ 

          -Abandono y cruz

          Edith Stein vivió su vocación al Carmelo como camino de entrega, como medio a través del cual hacer algo por los suyos, por todos. Y donde más claro aparece es, precisamente, en esa ofrenda que hace de sí en holocausto por la paz.

          Este acto de ofrenda nos hace ver como Edith Stein vislumbra su vocación a la luz de la fe y de los signos de los tiempos que vive. Está dispuesta a asumir esa vocación a la que Dios la llama, vocación a la más íntima unión con Cristo, ya que el que quiera desposar al Cordero tiene que dejarse clavar con él en la Cruz.

          Bajo la Cruz ella acogió y entendió su vocación al Carmelo. Una cruz que el momento histórico le proporcionaba